Su origen
La educación waldorf tiene su origen en el año 1919, a través de las investigaciones del pensador Rudolf Steiner, fundador de la Antroposofía, la cual se desarrolla en múltiples áreas.
En el área educativa, se conoce como Pedagogía Waldorf, que considera al ser humano dotado de cuerpo, alma y espíritu. De modo que, a la hora de enseñar y acompañar un proceso de niños y jóvenes, se tienen en cuenta estos tres aspectos.
Los Septenios
Para acompañar el desarrollo de estos tres cuerpos, uno de los pilares centrales de la Pedagogía Waldorf, es el estudio y comprensión de las etapas evolutivas del niño, llamadas «septenios».
Los septenios son ciclos de siete años, durante los cuales se presentan y desarrollan determinadas características, necesidades y capacidades.
Durante la etapa escolar, para que los niños y jóvenes crezcan fortalecidos y plenos, será fundamental acompañar y respetar los tres primeros septenios.
Quien vela por el correcto desarrollo del primer septenio (de 0 a 7 años), es el jardín de infantes waldorf.
A través de las actividades prácticas y el juego libre, se acompaña al niño del primer septenio hacia una saludable maduración y desarrollo de su motricidad, su mundo emocional y social. En estos primeros años, se preserva a los niños de una intelectualización prematura.
Para conocer más sobre el trabajo del jardín y el primer septenio, ingresa aquí.
La primaria waldorf es quien acompaña el correcto desarrollo del segundo septenio (de 7 a 14 años). Esta se centra en el desarrollo de la expresión artística y las capacidades sociales.
Hay un acompañamiento y mirada sobre cada niño en su proceso individual.
El objetivo pedagógico de esta etapa, no está orientado únicamente en el contenido y la formación intelectual, sino también en crear las condiciones necesarias para colaborar con el fortalecimiento de la voluntad y de las emociones del niño.
Para conocer cómo trabaja una escuela primaria Waldorf y cuáles son sus pilares fundamentales, ingresa aquí.
La educación secundaria es la que abarca todo el tercer septenio (de 14 a 21 años).
Uno de los principales objetivos de esta etapa, es ayudar al adolescente a desarrollar un sano juicio o pensamiento crítico, a afrontar y desenvolver su emocionalidad, y a ejercitar, gradualmente, su responsabilidad social como individuo.
A lo largo de toda esta etapa, los jóvenes toman cada vez más la responsabilidad de su aprendizaje.
Además del trabajo individual, los alumnos trabajan en equipo, y juntos resuelven las dificultades que surgen. De este modo desarrollan el juicio propio, su voluntad y el equilibrio anímico que les permite moverse en el ámbito social.
La necesidad de la actualidad
En esta época sabemos que la infancia debe ser protegida, cuidaba, conservada más que nunca.
El desconocimiento de los procesos internos del niño y de sus reales necesidades, lo que está generando gran daño a la infancia y adolescencia de hoy.
Nos encontramos ante niños y jóvenes que no confían, que no detectan figura de autoridad, que «no hacen caso», que no muestran iniciativa; son inmanejables, están insatisfechos, muestran desgano y apatía.
Ante este panorama, más que nunca hay que buscar nuevos enfoques educativos, que puedan acompañar procesos de crecimiento y fortalecimiento.
Aquí la pedagogía waldorf tiene un rol fundamental. Su finalidad es conservar y potenciar el desarrollo de cada individualidad, facilitando el despliegue de las capacidades y habilidades de cada ser humano.
Su objetivo principal es desarrollar individuos libres, moralmente responsables, emocionalmente maduros y flexibles; socialmente activos e integrados.
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